¿Qué música es la que convierte
un corazón desgarrado en una tierra sin sueño?
Hubo un día en que los campos
Elíseos ardieron en mi espalda convirtiendo todo recuerdo en ausencia de ceniza
marcada en el tiempo. Todos huyeron asustados -¿quién es el valiente necio que
no huye del humo que deja tras de sí una mentira certera?-, todos huyeron
perseguidos por los talones de cada uno de los niños abortados en la mesa de un
Dios bastardo.
Todos huyen pero sin sentido ni
dirección, sin objetivo, como corren los carneros degollados durante las
mañanas de invierno ¿Cómo podemos decir que existen las mañanas de invierno?
Esas mañanas sin nombre claro en el cielo, esas mañanas sin color definido por
las que desfilan las hormigas -escarcha negra vacilante en su literalidad
informe- que marcan el destino de todos nosotros. ¿Cómo puede existir algo
incombustible en el alma del sentido? Permitimos su existencia.
La realidad se crea en la pupila
fragmentada de una humanidad ebria de razón -de la sinrazón de un sentido
orientado a su destrucción- ofuscada en un mismo tambaleo constante, sumida en
un ritmo de orgía premeditadamente inconclusa, un ritmo mudo para que la muerte
no pueda escapar por la ventana rota de la entrepierna de nuestra madre.
La realidad se crea en la pupila
desgarrada de un único Dios muerto y violado, asesinado por la muchedumbre de
sus múltiples sexos en contacto.
Bienvenida.
ResponderEliminarGracias
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