La madera de tu cuerpo
puede arder como un suspiro
malintencionado o como un
gigante malherido. Su peso
caerá sobre el tuyo y, sumándose,
restará vuelo a vuestra caída.
Las flores no crecerán más alimentándose
de los pasos que un día recorriste
ni llenarán tus campos de caricias
mudas y besos de silencio
La tierra arderá y se consumirá,
por fin en calma, abrazando la
sal de tu decisión para que
su vinagre sea más dulce en el
recuerdo -de tus labios
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