28 de marzo de 2016

Epitafios

Soy el viento que hay dentro de mí,
Como un giro en el silencio
Como un quejido interno que atraviese la piel.
No tengo piel.

El silencio no tiene piel con que cubrirse

Solo una corbata de hormigas
Que me atraviesan el pecho corriendo el camino de la lluvia en el desierto.
No quiero hormigas
hoy
recorriendo mi lamento,
pequeñas y juntas en un orgasmo desgranado
No quiero su esqueleto falso de cuerpo hueco.

Un lagarto de sol en el corazón tumbado,

cálido como un adiós anestesiado,
que no camina, que se arrastra bailando
Y que atraviesa
Me atraviesa
Te atraviesa
Y en ese nosotros atravesado
Desaparece esta fiebre.

Puede que tenga una mente demasiado dispersa

Y un cuerpo demasiado anclado
Anclado en un orilla de arena demasiado fina,
-la arena de mis manos-.

No puedo hacer nada más

Lo he intentado todo
Todo para hacer latir la carne efervescente de este coágulo blasfemo.
Un trago largo, largo y extenso, largo
E infinito,
Un tragoque no es un trago
Que dejó de serlo cuando el infierno vació el cielo que había en mi boca
-un trago que abrirá el recuerdo y su sutura-

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